‘Conoce los sufrimientos, abandona sus orígenes, alcanza las cesaciones y medita en los caminos.‘ – Buda
Gautama Buda alcanzó la iluminación a través de lo que en el budismo se denomina ‘el camino del medio‘; el sendero del equilibrio que trata de evitar los extremos; una ruta espiritual moderada que se encuentra entre el hedonismo y la abnegación; entre los placeres descontrolados y la excesiva mortificación de uno mismo.
El joven príncipe Siddhartha renunció a una vida real con todos los placeres y lujos habidos y por haber de su época. Varios años después, en una larga temporada meditando con los ascetas en los bosques sin apenas comer o beber, bordeando la muerte y sin llegar a la iluminación y a la comprensión universal, se dio cuenta que había estado toda su vida viviendo en dos extremos y que la única vía para salir del samsara y obtener el estado de paz interior permanente se encontraba en un punto entre esos dos límites ya vividos.
Tiempo después – y cuarenta y nueve días desde su iluminación -, Buda impartió la primera enseñanza: el Sutra de las cuatro nobles verdades. Las cuatro nobles verdades del budismo son: La verdad del sufrimiento (‘Dukkha’); La verdad del origen del sufrimiento (‘Samudaya’); La verdad de la cesación del sufrimiento (‘Nirodha’); y La verdad de los caminos que nos llevan a la liberación (‘Magga’).
En esta última noble verdad encontramos el sendero del equilibrio que es capaz de extinguir el sufrimiento y, por lo tanto, de guiar hacia el nirvana. Este camino está formado por 8 elementos: comprensión correcta; pensamiento correcto; habla correcta; acción correcta; medio de vida correcto; esfuerzo correcto; consciencia del momento correcta; y concentración correcta.
Así pues, según la filosofía budista, seguir el camino del medio aporta luz, da visión, da conocimiento, mejora la ética y la moral, conduce a la calma, ayuda a la comprensión y acerca al nirvana.
Encontramos en algunos sutras una historia muy reveladora que muestra este concepto fundamental:
En una ocasión el monje Sona se acercó a Buda para pedirle consejo acerca de cómo mejorar su práctica. El despierto tenía la capacidad de ser omnisciente y de conocer todo el karma y el pasado de cada ser; y sabía que, antes de convertirse en monje, Sona tocaba el laúd. Buda quiso utilizar un buen ejemplo para responder a su cuestión:
‘Fíjate bien apreciado Sona; cuando afinas una cuerda de un laúd, si la tensas demasiado no obtienes una buena afinación; ni hallas la nota que buscas; y hasta puedes llegar a romper la cuerda. Por otro lado, si la cuerda tiene poca tensión, tampoco conseguirás una buena afinación; ni encontrarás la nota que deseas; y hasta puede que la cuerda no produzca ningún sonido.
Para afinar bien la cuerda y el instrumento, tienes que encontrar un punto medio; un grado de tensión idóneo que la estructura del instrumento sea capaz de soportar y que a la vez permita que la cuerda produzca la bella nota que estás buscando. En el punto medio encontrarás el sonido perfecto. Así es como tienes que encaminar tu práctica, apreciado Sona, siguiendo el camino del medio.’
Artur Martí Peraire, agosto’21
